Archivo visual
Recursos

Un archivo de memorias visuales, objetos y silencios que habitan en mi mente

La clave

La mirada clínica transformada en lenguaje visual

Cada imagen que compone este archivo nace del intento de observar lo cotidiano con la precisión de un diagnóstico y la sensibilidad de un recuerdo. Las texturas, los colores y los objetos aquí presentes no ilustran los libros; los anteceden. Son fragmentos que la mente guarda antes de que la palabra los nombre: fotografías que piensan, superficies que sienten. En este espacio, la estética se convierte en método de estudio, y la observación, en una forma de escritura silenciosa. Todo lo que se ve —una luz, un reflejo, una grieta— tiene el mismo valor que una frase.

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El archivo se construye con la observación

Objetos que respiran dentro del laboratorio narrativo

Los objetos que aparecen en mi universo no son decorativos: son testigos.Un reloj detenido, una hoja mecanografiada, una silla vacía o una grabadora antigua conforman un inventario simbólico de la conciencia. Cada elemento conserva un pulso, una memoria, una voz que se repite. Los colecciono como si fueran piezas de una autopsia emocional: fragmentos que permiten comprender cómo se construye la identidad cuando el tiempo, la cordura o la realidad se fragmentan.Este archivo no acumula cosas: documenta ausencias.

Luz y superficie
La luz es protagonista silenciosa. Cada fotografía parte de su comportamiento: cómo cae, cómo se filtra, cómo revela la textura del pensamiento. No busco iluminar, sino exponer la fragilidad de lo que se oculta. La superficie —pared, vidrio, papel— actúa como piel del recuerdo.
Simetría y control
En mi estética, la simetría es una forma de orden mental. Organizar el espacio visual responde a la misma necesidad que estructura la escritura: controlar el caos, domesticar el pensamiento. Sin embargo, toda simetría contiene una grieta; es allí donde aparece la emoción.
Memoria y evidencia
Cada imagen funciona como prueba forense de una emoción ya extinguida. Observar este archivo es leer un registro psicológico: un intento de fijar lo intangible. No hay nostalgia, solo la voluntad de documentar lo que alguna vez existió en silencio.